Chile como potencia alimentaria y el desafío chino
El Embajador Jorge Heine publicó una columna de opinión en El Mercurio el 16 de septiembre pasado titulada: Chile como potencia alimentaria y el desafío chino
"Todo indica que en una década China puede llegar a ser no solo el principal destino de nuestras exportaciones de cobre, sino también de nuestras frutas, vinos, carnes y pescados", mencionó el embajador.
No son muchos los mercados en que Chile compite de igual a igual con Estados Unidos. Sin embargo, en el mayor de todos, en la República Popular China, ocurre en alimentos. La reciente visita a China de una delegación encabezada por el ministro de Agricultura, Carlos Furche, e integrada por empresarios y dirigentes gremiales del sector privado -uno de los cuales describió los protocolos firmados en ella como "un hito fundamental para la fruticultura nacional"-, subrayó el interés por nuestros alimentos que existe en el Imperio del Centro.
China es un país enorme, el mayor en términos de población y uno de los mayores en territorio. Su escasez de agua hace que deba importar parte importante de sus alimentos. Al aumentar los ingresos, la población desea consumir más y mejor comida. En 2008, China importó US$ 25 mil millones en alimentos. En 2013, ello se cuadruplicó, llegando a los US$ 95 mil millones. Y la composición de su canasta de importaciones ha variado. Frutas, carnes y vinos han incrementado su cuota en el total de lo que solían ser sobre todo granos y aceites comestibles. Asimismo, el consumidor chino opta cada vez más por alimentos sanos y saludables.
Y es ahí donde entran los productos de Chile. Desde la firma del TLC entre Chile y China en 2005, las exportaciones chilenas se han cuadruplicado, de poco menos de US$ 5 mil millones en 2005, a US$ 19 mil millones en 2013, convirtiendo a China en nuestro principal socio comercial, muy por sobre todos los demás.
Uno de cada cuatro dólares que Chile recibe por concepto de exportaciones proviene de China, el grueso del cobre. Pero los alimentos han visto grandes avances. En 2013, Chile, que ya es el mayor exportador de fruta fresca en el Hemisferio Sur, fue el segundo mayor exportador a China, con US$ 543 millones, superando a los Estados Unidos. Y en varios productos, como manzanas (con un 53% del mercado), uvas (45%), arándanos (98%) y cerezas (79%), las frutas chilenas ocupan el primer lugar de las ventas de fruta importada en China.
Como he podido ver de primera mano en Beijing y en Shanghai, en Xiamen y en Hangzhou, en China, en materia de fruta fresca, se entiende que "si es chilena, es buena". En vino, Chile ya ocupa el segundo lugar entre los exportadores a China, en el primer semestre de 2014, superado solo por Francia. En salmón, las ventas crecen rápido, con US$ 61 millones en 2013, y un gran potencial a futuro.
Hace algunos años, se fijó la meta de convertir a Chile en potencia alimentaria. Hoy día es el decimoséptimo mayor exportador de alimentos. El plan es que para 2020 estemos entre los Top Ten. En esto, China será clave. Todo indica que en una década China puede llegar a ser no solo el principal destino de nuestras exportaciones de cobre (recurso por definición no renovable), sino que también de nuestras frutas, vinos, carnes y pescados. Pero ello implica pasar a una nueva etapa.
Desde 2012, Chile y China tienen una Asociación Estratégica. Ella significa profundizar nuestra relación y pasar del mero intercambio comercial, tan dinámico hasta ahora, a la cooperación y al desarrollo de proyectos conjuntos y joint ventures . El rubro agrícola y alimentario, pionero en acercar a nuestros países y en densificar nuestros lazos a través del Pacífico, debe continuar a la vanguardia en esto.
La cooperación en ciencia y tecnología, en la formación de recursos humanos, así como en genética, riego y biotecnología, presenta enormes oportunidades. El Instituto de Investigaciones Agrarias (INIA) y las Facultades de Agronomía y Veterinaria de nuestras universidades, por una parte, y la Academia de Ciencias Agrícolas de China, por otra, deben asumir este desafío. El establecimiento de una granja experimental chileno-china en Chile (ya hay una en China) es el paso lógico siguiente en esto.
Dotado de excelentes tierras, de un clima mediterráneo y de condiciones fitosanitarias de primera, Chile tiene la oportunidad de dar otro salto cualitativo en su desarrollo agrícola, y pasar a ser abastecedor alimentario clave del mayor país del mundo. No la dejemos pasar.
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