Mejoras en educación
Por Claudia Serrano, Embajadora de Chile ante la OCDE
SI ALGO aprendió la OCDE a fuerza de seguir sistemáticamente los resultados educativos de más de 70 países del mundo y de estudiar los procesos de reforma y mejoras en los sistemas educacionales, es que los países tienen opciones y que las políticas pueden hacer la diferencia.
Para tomar las medidas adecuadas, es necesario contar con información sólida, mirar qué están haciendo otros para resolver sus problemas y disponer de una firme voluntad política de asumir el desafío. Como señaló el profesor Tim Leudin al comentar el texto Education Policy Outlook 2015 de la OCDE, para hacer las reformas necesarias, lo primero es un ministro dispuesto a comprarse los pleitos.
Son tres los ámbitos de reforma educacional que han abordado los países: incrementar la equidad apoyando a los estudiantes más desaventajados y estableciendo objetivos de altos estándares educativos para todos; preparar a los estudiantes para el futuro, incorporando sistemas de educación vocacional y training en sintonía con las necesidades del mercado del trabajo; e introducir mejoras en las escuelas, en los profesores y en currículum.
¿Cómo puede Chile absorber esta evidencia y poner en marcha procesos de reforma y mejora que permitan mejores resultados, al igual que como lo han hecho tantos países? Sabemos que Chile no tiene buenos resultados educativos ni en calidad ni en equidad, a pesar de los sostenidos esfuerzos que se han hecho en los años recientes.
El paso que ha dado Chile al aprobar esta ley de inclusión es el macizo punto de partida. No es el punto de llegada, sino el inicio de un proceso, de un conjunto de políticas que aún faltan por implementar. Andreas Schleicher, Director General de Educación de la OCDE, en el lanzamiento del Education Policy Outlook 2015, volvió a insistir sobre una afirmación que ha hecho en el pasado: Chile no tiene derecho, dada su situación y estabilidad económica, a un desempeño en educación con graves problemas de equidad y calidad. Chile no requiere de una evolución, sino de una revolución educacional.
Si se analizan las experiencias de otros países de la OCDE, resulta claro que quedan muchas tareas cruciales: invertir en profesores y currículum, aumentar la autonomía escolar junto con la rendición de cuentas, insistir en entregar las adecuadas capacidades y competencias a los estudiantes para desenvolverse en el mundo del trabajo con un sistema de educación vocacional y capacitación adecuado y, por sobre todo, conseguir a los mejores para la tarea de ser maestros, pues ellos son pilares fundamentales en la formación de los niños, niñas y jóvenes.
Las reformas deben suceder en la sala de clases, deben tener en cuenta el contexto institucional y al conjunto de agentes que participan del proceso educativo, y se deben enfocar en liderazgo y capacidad de enseñar de los profesores. Tenemos hoy en Chile una ruta en curso inspirada en la experiencia de países como Finlandia, Polonia, Portugal, Canadá, Francia e Inglaterra. No estamos solos.
Fuente: La Tercera