Homenaje a Harald Edelstam en Roma
El embajador Fernando Ayala participó el jueves 9 de noviembre en la sede de la embajada del Reino de Suecia en Roma, en una ceremonia de homenaje al diplomático de ese país, Harald Edelstam, fallecido en 1998 y quien como embajador en Chile en 1973 tuvo un comportamiento heroico y audaz al salvar a más de 500 ciudadanos chilenos, uruguayos, bolivianos y cubanos que en esos días eran perseguidos por la dictadura chilena.
Asistieron a la ceremonia, que culminó con la plantación de un olivo en el jardín, la nieta de Harald Edelstam, Caroline, presidenta de la fundación que lleva el nombre de su abuelo; la vice presidenta de la Cámara de Diputados de Italia, Marina Sereni; el Subsecretario de Transportes, Umberto del Basso, el embajador de Uruguay, el Secretario General del IILA, los ex Embajadores italianos, que durante los primeros meses de la dictadura cumplieron funciones en Chile, Emilio Barbarani y Roberto Toscano. Asimismo, participaron el Embajador en la Santa Sede, Mariano Fernández, junto al sacerdote Fernando Montes y a Benito Baranda, de visita en Italia, y los alumnos del liceo científico Rummo de la localidad de Benevento en la región Campania.
Este homenaje se enmarca en una serie de otros reconocimientos a nivel mundial de la iniciativa conocida como “El jardín de los justos” de la Fundación Gariwo. La identificación del diplomático sueco como “justo” fue realizada por los estudiantes presentes en la ceremonia, luego de que conocieran el accionar de Edelstam durante una visita a la embajada de Chile en Roma.
En su discurso, el embajador Fernando Ayala agradeció al embajador del Reino de Suecia ante la República Italiana, Robert Rydberg, y al personal de su embajada, “por la realización de esta emotiva ceremonia de homenaje a Harald Edelstam, un nombre muy significativo para Chile y su historia reciente. Esta ceremonia es una contribución necesaria a la memoria de nuestros pueblos, en el siempre muy importante proceso de sanar heridas y reconocer aquellos héroes, muchos de ellos anónimos, que han contribuido a la lucha por los Derechos Humanos en distintos pasajes de nuestra historia”.
“Uno de estos héroes es el embajador Harald Edelstam, un diplomático extraordinario, sensible y convencido de que su trabajo iba mucho más allá de lo que imponía el reglamento. Quisiera manifestar mi más profundo respeto por su valentía en tiempos en los que en Chile no era fácil tener coraje. El Embajador Edelstam llegó a Chile en pleno del Gobierno del Presidente Salvador Allende, en medio de una revolución ciudadana que buscaba avanzar hacia un país más justo. Probablemente el Embajador sueco pudo ver en nuestro país los obstáculos que se le presentaban al Gobierno democrático cada día para poder avanzar en sus reformas y pudo sentir como se aproximaban días difíciles para la democracia y para su gente.
“El Embajador Edelstam conocía bien el fascismo, el nazismo y la resistencia: había aprendido en Italia, Alemania y Noruega donde había trabajado durante la Segunda Guerra Mundial como diplomático de su país. Fue conocido como “SVARTA NEJLIKAN”, el Clavel Negro.
“Llegado el 11 de septiembre de 1973, Edelstam protegió y ayudó a más de 500 personas, perseguidos políticos chilenos y 40 refugiados uruguayos y bolivianos que se encontraban detenidos en el Estadio Nacional, tristemente utilizado como centro de detención y tortura. Pero no sólo prestó sus buenos oficios, fue el mismo quien trasladó a los refugiados en el vehículo de la embajada hasta el aeropuerto. Posiblemente tuvo que enfrentarse en varias oportunidades con
las fuerzas de seguridad y los militares para lograr sus objetivos humanitarios, y lo hizo siempre con vehemencia y con una altura diplomática inigualable. Un gesto aún más valeroso tuvo al apoyar a la embajada cubana en Santiago, asediada militarmente. De manera absolutamente poco ortodoxa izó la bandera sueca en la embajada caribeña, salvando a sus diplomáticos y refugiados que se encontraban en ella”.
El embajador Fernando Ayala terminó su intervención, rindiendo también un homenaje “al ex Primer Ministro de Suecia, Olaf Palme, por su compromiso absoluto con los Derechos Humanos en los tiempos más difíciles de la historia reciente de Chile. Así también al pueblo sueco que, como el italiano, abrieron sus puertas y corazones para recibir a los miles de refugiados políticos chilenos que escaparon de la dictadura”.